Dicen que uno de los verificadores más importantes del éxito de un proyecto social es el eventual desprendimiento de su fundador/a. Vengo sintiendo, desde hace un tiempo, que ese momento se aproxima para La Cambalacha - proyecto que fundé y dirijo desde hace ocho años, con el corazón en la mano.
El primero de enero sentí que éste sería un año de muchos cambios y, según oigo de otras personas, no sólo para mí. He escuchado a varias personas decir que sienten que el mundo gira más rápido en el 2011. Es un año intenso: levantamientos, guerras, desastres naturales, difusión masiva de secretos "top secret", elecciones nacionales, muertes cercanas y toda la expectativa acerca de la llegada del 2012.
Sin embargo, la hermosura de la vida sigue presente. Tenemos un coordinador local, formado con nuestra primera generación de once Jóvenes Líderes. Todos menos cuatro de ellos siguen trabajando juntos con una organización de educación VIH-SIDA. De los cuatro faltantes una es mamá en casa, uno es maestro, uno es músico y el último se quedó en La Cambalacha para coordinar la formación de futuras generaciones. Lo veo tomando las riendas del proyecto y teniendo un éxito rotundo en el manejo de programas, y no me queda duda de que mi presencia es cada vez menos necesaria.
Este año son veintidos - el grupo más grande que hemos tenido desde el inicio del programa para jóvenes en el 2007. Irónicamente, es el año en el que menos fondos tenemos. La dura realidad es que posiblemente ésta sea la última generación. No me deprime. Más bien, es perfecto. El impacto que ha tenido el proyecto en nuestras dos comunidades centrales es incuestionable. Hay grupos de extensión formándose. Hay jóvenes armando pequeños grupos de baile, acrobacia y teatro. Hay una diferencia notable en la calidad artística de lo que ahora vemos en los eventos culturales escolares, comparado con lo que veíamos hace tan solo cuatro años. Son 40 las y los jóvenes que han pasado por el programa, pero son miles de jóvenes quienes han sido influenciados por nuestro trabajo. Si La Cambalacha tuviera que cerrar hoy (que no es el caso), podríamos quedarnos tranquilos de que lo hicimos bien.
Para que el proyecto sea sostenible, será necesario pasarlo a las manos de ésta cuarta generación y dejar mi posición como directora (casi ad-honorem) para buscar ocupación que me dé ingresos y tiempo para una nueva aventura que he recientemente emprendido - educar a mi hijo en casa. La semilla está sembrada y me daré permiso de pasar la piocha.
Buena onda, seguro te va ir super bien en tu nuevo proyecto...Exitos.. besos ¿FIjas el 25 de mayo va?
ReplyDeleteLos nuevos rumbos suelen sorprender positivamente...
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