Friday, March 18, 2011

Teoría de Invisibilidad

El otro día, dos de mis alumnos adolescentes me entregaron tareas idénticas. La tarea era entrevistar a alguien que había vivido el terremoto del '76 de adulto. Sabían que era un trabajo individual. Los llamé a sentarse conmigo y le pedí a uno que me leyera su primer párrafo. Luego le pedí lo mismo al otro. Eran iguales, palabra por palabra. Esperé que ellos dijeran algo, pero nada. Ni un pequeño gesto de pena. Les dije que había algo extraño en sus trabajos y les pregunté si sabían qué era. Con una levantadita de hombros vi que aún pensaban que podían hacerme creer que era pura coincidencia.

Este año estoy cumpliendo 20 años de dar clases. Empecé cuando tenía 15 y nunca paré. Para cuando vine a empezar mi proyecto en el área rural, ya tenía 10 años de experiencia en mi mochila, pero era experiencia en educación urbana y privada.

De poco me sirvió. Sólo había trabajado en la ciudad y no tenía la menor idea de que sería tan diferente aquí. Durante los primeros años del proyecto aprendí más de lo que pude enseñar.

Empecé a trabajar con la escuela primaria. Cuando llegué a dar mi primera clase allí, entré al aula y encontré a la maestra escribiendo en el pizarrón y haciendo caso omiso al caos total de niños corriendo y gritando. En un abrir y cerrar de ojos, un niño había alzado su escritorio y se lo dejó caer en la cabeza de su compañero. El agredido estaba sangrando mal. No había ni papel toilet en los baños para limpiarle la herida, así que lo mandaron a casa mientras que su agresor se quedó en clase sin siquiera una buena regañada.

Al segundo intento entré a la clase a encontrar a la maestra dando la espalda al grupo, con una caña en la mano y señalando sílabas en el pizarrón mientras los niños leían en voz alta ma-me-mi-mo-mu-na-ne-ni-no-nu. El aburrimiento se sentía con densidad. Por fin terminaron y di mi taller. No estuvo mal, habían participado. Entonces la maestra dijo algo así como "estos niños, no sé qué les pasa, no entienden nada, niños piojudos". Todos la escucharon y sentí que el corazón se me había caído al estómago. Todo un taller de creatividad y confianza tirada a la basura.

En los siguientes años escuché comentarios así muchas veces de otros maestros - "son burros, no quieren nada, tontos, no sirven para nada". Llegaba temprano para observar cómo eran las dinámicas del aula cuando yo no estaba - escuchaba desde la puerta para que no me vieran.

Atroz. No podía creer el nivel de abuso que recibían los niños cada día. Pero eso sí, en cada clase habían dos ó tres, bien peinaditos, arregladitos, bañaditos - a ellos sí los trataban bien, y muy bien. "Miren como hace Juanito, es que él sí es listo" "a ver Marcela, enseñáles cómo se hace, tan linda"... Pero entre más rotos los zapatos, peor el trato.

Yo ya no voy a las escuelas. Ahora van jóvenes formados en La Cambalacha a impartir los talleres en los idiomas Mayas locales. Entre el proceso de su formación como facilitadores y mis experiencias en las escuelas, es que llegué a mi teoría de la invisibilidad. Cuando alguno se acuesta en el piso a media clase, cuando dos entregan la misma tarea - palabra por palabra, cuando hablando de las masacres en la clase de historia alguien se ríe - es porque se creen invisibles. Creen que nadie los está viendo, nadie les está poniendo atención. Están acostumbrados a que el maestro no lea la tarea - total es sólo para mantenerlos ocupados, para que no molesten. Acostumbrados a que sus líderes y guías no se tomen la molestia en captar la atención del grupo, pues simplemente recitan discursos memorizados - no importa si los escuchan o no. Acostumbrados a que el que está parado en frente está sólo de adorno, y si está allí es porque tiene algo que ellos no tienen - poder. El que tiene poder tuvo la posibilidad de viajar a otros municipios para realizar sus estudios secundarios, o viene de una familia con más dinero, o es familiar del alcalde. Ellos ya saben que dificilmente llegarán a una posición de poder porque vienen de las familias que no pudieron invertir en educación, empresa o campaña. Saben que lo más probable es que al terminar 3ero básico con 20 años (porque dejaron de ir unos años por tener que trabajar), irán a trabajar a la montaña con el papá o el vecino.

Así que al final no importa lo que se hace. Los días pasarán y la situación se mantendrá así - con los mismos de siempre en el poder, luciéndose y sintiéndose superiores a los demás. Y los otros tolerándolo porque así es y así es.

Y entonces claro está que el complejo de invisibilidad no es sólo cuestión de la comunidad marginal, sino es un problema general en todo el país, pero más obvio cuando es en pequeña escala. De una manera u otra, la mayoría hemos aceptado que así es y así es, y que no somos capaces de cambiarlo porque somos invisibles, poco importantes, desapercibidos, ignorados y maltratados.

Con el tiempo vemos el cambio en los grupos que trabajan con nosotros. Se hacen más conscientes de sus cuerpos y su postura; la forma de comunicarse e interactuar con los demás; sus emociones y cómo canalizarlas; y, de sus derechos y cómo defenderlos. Y aunque sea por cuatro horas, tres veces por semana que están aquí, aprenden a ser visibles, presentes e importantes.

3 comments:

  1. ADMIRABLE LO QUE HACÉS GABY! adelante y sólo adelante!
    abrazo y gracias por lo que hacés por la vida de todos los que llegás a tocar!
    salud pa ti y pa todos
    Alan

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  2. Escribes espectacular y el trabajo que estás haciendo es TAN importante... un abrazote!

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