Friday, June 17, 2011

Dolores de Crecimiento

He bailado toda mi vida. Nunca me interesó otra cosa.
Sin embargo, mi verdadera pasión siempre ha sido la música, por su capacidad de sacarme de este mundo tan complicado a una dimensión paralela - la versión mejorada de esta realidad.
No me interesaba
hacer música, sólo escucharla y fusionarme con ella.

La danza no fue una elección, fue el inevitable resultado de mi amor por la música.
En el movimiento encontré el vehículo para acercarme lo más posible a esa fuerza milagrosa, adictiva y perfecta que es la música.

Siempre imaginé bailar hasta los setenta años, pero este año el cuerpo me lo está impidiendo.
Mis articulaciones están en huelga. Los tobillos me castigan en cada salto.
Las rodillas me insultan en cada vuelta. Las muñecas me prohiben aquellas tiradas al piso que me hacían sentir volar en ese mar de sensaciones exquisitas.

Por primera vez en mi vida, mi cuerpo no está bailando.

A diferencia de lo que imaginaba, no es motivo de tristeza. No siento que se muere parte de mi o que pierdo algo indispensable. Al tener que mantener quieto el cuerpo, se me están moviendo otras cosas. El movimiento continúa y no depende del cuerpo.

Con los impedimentos físicos, la danza pasa a otras partes de mi ser. Quizás no pueda volver más a esa dimensión encantada en la que existí duranate mi juventud entera, pero ahora se abren otras, nuevas dimensiones - desconocidas y emocionantes - en las que llego a lugares aún más profundos en mí. Contrario a lo que pensaba, no dependo de mi cuerpo para ser quien soy.

2 comments:

  1. La danza quizás ahora es la de tú espíritu con el universo, mientras el cuerpo percibe el movimiento de la sangre y de la respiración. Que profundas y bellas palabras Gaby, me llenan de fuerza noble.

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