El arte no es una profesión. Tampoco es un estilo de vida. Nosotros -humanos- lo definimos así por arrogancia. El arte es la vida misma. Nos rodea en cada momento.
Yo ya no busco en el arte una profesión, ni una justificación de mi existencia. Más bien, busco en mí y en el mundo, al arte. Lo busco en lo cotidiano. Lo busco en la muerte. Lo busco entre las cebollas y los tomates. Lo busco en la espuma de mi cerveza. Y lo encuentro.
El arte no está en exhibiciones, ni en bienales, ni sobre escenarios. El arte está en el día-a-día. Sin pretenciones, y sin público.