Thursday, May 19, 2011

Amor Violento

En mi país hay un grupo de gente que predica el positivismo. ¿Suena positivo, verdad?
Qué excelente sería poder sonreír y confiar en medio de esta pesadilla, y mantener la esperanza de que pronto todo estará mejor, y que un día de estos las noticias serán - "Hoy en Guatemala no hubo muertes violentas, ni una."

Pensé que el proceso de evolución era lineal, siempre hacia adelante. Eso significa la palabra. Entonces, ¿cómo puede ser que estemos viviendo lo que hace más de diez años pensamos que habíamos superado? Preguntas ingénuas, lo sé. Entiendo las respuestas en la cabeza, pero no en la piel, ni en los recuerdos.

Vivo en un lugar lleno de árboles. En la mañana me levanto con el cantar de cientos de pajaritos. Por la ventana veo un volcán al frente y montañas alrededor. Crecen flores exóticas en mi jardin, haciendo escenario para las maravillosas danzas aéreas de los colibríes. Pienso en el Principito y su rosa - la razón para permanecer en su planetita marginal. Un amor doloroso porque no deja ir, por el mismo amor que se le tiene.

La belleza de este lugar me sujeta como un amante violento, pero tan bueno en el amor que los golpes se aguantan.

El futuro es un gran signo de interrogación, un espacio gris tirando a negro. ¿Dónde estaré en 15 años? ¿Me habré ido para entonces? ¿Cuánto podré aguantar hasta tirar la toalla y migrar? ¿Seré capaz un día de arrancarme el corazón para abandonar este hermosísimo campo de batalla? Y la pregunta más terrorífica de todas - ¿mi familia estará bien?

Trato cada día de disfrutar el sol, el viento y el verde intenso de este lugar.
Hoy, el amor es aún suficientemente fuerte para mantenerme.

Saturday, May 7, 2011

Pasando la Piocha

En un mundo lleno de prohibiciones, a veces el permiso más dificil de conseguir es el que uno se da a sí mismo. Dirigir un proyecto social es el trabajo que más satisfacción me ha dado hasta ahora. Pero, empiezo a extrañar otros aspectos de mi vida que, sin mayor tiempo para pensarlo, sacrifiqué.

Dicen que uno de los verificadores más importantes del éxito de un proyecto social es el eventual desprendimiento de su fundador/a. Vengo sintiendo, desde hace un tiempo, que ese momento se aproxima para La Cambalacha - proyecto que fundé y dirijo desde hace ocho años, con el corazón en la mano.

El primero de enero sentí que éste sería un año de muchos cambios y, según oigo de otras personas, no sólo para mí. He escuchado a varias personas decir que sienten que el mundo gira más rápido en el 2011. Es un año intenso: levantamientos, guerras, desastres naturales, difusión masiva de secretos "top secret", elecciones nacionales, muertes cercanas y toda la expectativa acerca de la llegada del 2012.

Sin embargo, la hermosura de la vida sigue presente. Tenemos un coordinador local, formado con nuestra primera generación de once Jóvenes Líderes. Todos menos cuatro de ellos siguen trabajando juntos con una organización de educación VIH-SIDA. De los cuatro faltantes una es mamá en casa, uno es maestro, uno es músico y el último se quedó en La Cambalacha para coordinar la formación de futuras generaciones. Lo veo tomando las riendas del proyecto y teniendo un éxito rotundo en el manejo de programas, y no me queda duda de que mi presencia es cada vez menos necesaria.

Este año son veintidos - el grupo más grande que hemos tenido desde el inicio del programa para jóvenes en el 2007. Irónicamente, es el año en el que menos fondos tenemos. La dura realidad es que posiblemente ésta sea la última generación. No me deprime. Más bien, es perfecto. El impacto que ha tenido el proyecto en nuestras dos comunidades centrales es incuestionable. Hay grupos de extensión formándose. Hay jóvenes armando pequeños grupos de baile, acrobacia y teatro. Hay una diferencia notable en la calidad artística de lo que ahora vemos en los eventos culturales escolares, comparado con lo que veíamos hace tan solo cuatro años. Son 40 las y los jóvenes que han pasado por el programa, pero son miles de jóvenes quienes han sido influenciados por nuestro trabajo. Si La Cambalacha tuviera que cerrar hoy (que no es el caso), podríamos quedarnos tranquilos de que lo hicimos bien.

Para que el proyecto sea sostenible, será necesario pasarlo a las manos de ésta cuarta generación y dejar mi posición como directora (casi ad-honorem) para buscar ocupación que me dé ingresos y tiempo para una nueva aventura que he recientemente emprendido - educar a mi hijo en casa. La semilla está sembrada y me daré permiso de pasar la piocha.